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Entonces dije que no tenía muy clara la razón. No, no es por distracción. Tampoco tenía muy claro que la razón que me empujaba a ello fuera para "compartir".
Sólo sé que, desde entonces, no he parado de hurgar entre las páginas del diccionario para encontrar palabras que posar en mis escritos, desencantar la imaginación y volar a la hoja en blanco.
Tú has perseguido todas mis letras con un interés especial, palabra por palabra, renglón tras renglón.
Mi vida ha ido cambiando y yo evolucionado, esta mañana al despertar, al fin, lo tuve claro:
¡Yo escribo para ti!…
Gracias por leerme.
Erase una vez una mujer en un mundo donde las noches eran largas y los días cortos para contar su propia historia...
Tengo la potestad divina de discernir lo que quiero y lo que no, amar, luchar por las metas que deseo y extender mi brazo para obtener la estrella que alumbre mi camino. Pero antes, debo sacudirme los tabúes, el miedo, la dependencia, el 'no puedo' y de toda excusa que limite mi libertad y no me permita sentir la grandeza de ser mujer.